jueves, 21 de mayo de 2015

Alpargata letal

Cuatro hombres salen borrachos de un bar. Dos se pelean. Uno saca un cuchillo, el otro una alpargata. El del cuchillo muere. Se inicia una investigación por el crimen.

El hecho ocurrió en Colonia Valentina, en 1956, cuando Neuquén todavía era territorio nacional y apenas si soñaba con convertirse en una gran ciudad.
En 23 de abril de ese año la Policía encontró el cadáver de un hombre en una calle de tierra que atravesaba la zona de chacras. El cuerpo estaba sobre un charco de agua que se había formado por las lluvias. La víctima había quedado boca abajo y se había ahogado, según confirmó la autopsia. No presentaba signos de violencia. Era un verdadero misterio.
La Policía comenzó a tomar testimonios a los vecinos y a los parroquianos que habitualmente frecuentaban el bar de Dionisia Soto, ubicado a pocos metros del hecho. A partir de esos relatos el caso comenzó a esclarecerse hasta llegar a la verdad.
La noche anterior al crimen, Santiago Melihual, Juan Domingo Vázquez, José Pérez y Elías Fernández habían llegado al bar temprano. Charlaron amistosamente y tomaron abundante cantidad de vino. Cerca de las 21, la dueña del local vio que los clientes estaban pasados de copas y les pidió que se retiraran porque ya era la hora de cerrar. Los parroquianos aceptaron la sugerencia a regañadientes. Antes de irse, compraron una botella de anisado para refrescar las gargantas en el regreso. El drama está a punto de comenzar.
La indagatoria que figura en el expediente iniciado por el Poder Judicial de la Nación, indica que cuando los cuatro hombres salieron a la calle, Melihual le pidió a Vázquez que lo acompañara y éste se negó, por lo que el hombre comenzó a insultarlo y lo invitó a pelear. Vázquez escuchaba los gritos una y otra vez hasta que finalmente se dio vuelta y fue a pedirle explicaciones a su amigo.
Cuando estaba ubicado a pocos centímetros, Melihual sacó un cuchillo de 30 centímetros que tenía escondido en la cintura y le tiró un puntazo que Vázquez alcanzó a esquivar. Furioso, el atacante insistió con otra estocada, pero su oponente ya estaba preparado para defenderse. Al momento del primer cuchillazo fallido, Váquez se había sacado la alpargata del pie derecho casi como un acto reflejo. Cuando vino la segunda agresión no lo dudó: con una mano apartó el brazo armado y con la otra que tenía la alpargata le pegó un golpe fuerte y preciso en la cabeza.
Melihual quedó aturdido y se desmoronó, ocasión que Vázquez aprovechó para quitarle el cuchillo. Posteriormente tomó a su amigo por las ropas y lo arrojó a un costado para que no quedara en medio de la calle, con tan mala suerte que el hombre quedó boca abajo sobre un charco de agua y barro y se ahogó.
El subcomisario José Vega, instructor de la causa, fue el encargado de tomar declaración a todos los testigos para tratar de determinar si la historia que contaba Vázquez era realmente lo que había ocurrido. Pero además hubo que hacer las pericias correspondientes para confirmar si el golpe de la alpargata podía ser tan fuerte como para desmayar a una persona.
La Justicia ordenó la reconstrucción del hecho y la documentó con fotografías. En el mismo lugar donde había ocurrido el crimen citaron al acusado para que explicara cómo había sido el ataque de cuchillo y la defensa de la alpargata.
Vázquez relató una vez más aquella historia. Dijo que le pegó a Melihual “con la punta de la alpargata, de soslayo” y que fue tan fuerte el golpe que la víctima quedó inconsciente. Los peritos determinaron que, en efecto, como la tierra estaba muy mojada por la lluvia, el yute de la alpargata absorbió toda esa humedad y terminó convirtiendo aquel calzado en un arma pesada, ideal para la defensa y potencialmente letal en un golpe.
Todos los testigos coincidieron en que la pelea la había iniciado la víctima y que lo único que hizo Vázquez fue defenderse con lo único que tenía a mano, por lo que la Justicia finalmente absolvió al acusado del crimen.
La historia quedó plasmada en el expediente 365 del Juzgado Nacional de Primera Instancia Nº2. Durante años, el caso fue comentado una y otra vez en los ámbitos judiciales y policiales. Quedó en la historia como un crimen inusual en el que un hombre intentó asesinar a otro con un cuchillo, pero su vida terminó sorpresivamente truncada en un charco de agua, luego de un descuido y de un inesperado alpargatazo.

Nota del autor: La foto que ilustra esta historia es la de la reconstrucción del crimen que figuraba en el expediente judicial.

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