-¿Y si nos casamos?, preguntó Marcela.
- ¡¿Te has vuelto loca?!, contestó Elisa con una carcajada.
La risa duró lo que tarda un beso en sellar dos bocas.
Marcela y Elisa se habían conocido en la Escuela de Maestras de La Coruña, España, a fines de 1890.
Cuentan quienes la conocieron que fue un amor a primera vista. Un
amor prohibido, aun más para esa época en que las mujeres debían casarse
con hombres y cualquier posibilidad de homosexualismo era penado hasta
con la cárcel.
Pero Marcela y Elisa se querían con locura. Sabían los riesgos que
corrían, pero el amor podía más que cualquier ley, costumbre o cultura.
Cuando los padres de Marcela comenzaron a sospechar que su hija era
más que una amiga con Elisa, decidieron tomar una drástica medida y la
enviaron a Madrid para que terminara sus estudios terciarios.
Pero un par de años después, cuando Marcela volvió a La Coruña, ya
recibida de maestra, volvió a sentir el mismo flechazo cuando vio a su
amada. Y a partir de ese momento decidieron que nadie ni nada las
separaría.
- ¿Cómo que nos vamos a casar?, preguntó Elisa.
- Una de las dos se disfrazará de hombre, se cortará el pelo y listo.
Nadie se dará cuenta, le dijo Marcela con entusiasmo tomándole las
manos y dándole otro beso.
Lo que parecía en principio una broma fue tomando forma hasta que
ambas terminaron de redondear un plan. Primero deberían distanciarse,
fingiendo una discusión. Luego, Elisa tomaría la identidad de Mario, un
primo que había desaparecido en un naufragio, para ocupar el lugar de
marido. ¿Quién podría darse cuenta?
Elisa volvió al pueblo como Mario, con un aspecto bastante masculino,
aunque delicado. Mario era flaco y desgarbado, tenía el cabello bien
corto y modales rústicos forzados, como para que nadie sospechara de él.
Mario y Elisa comenzaron a noviar delante de todo el pueblo, con las
formalidades que imponían las buenas costumbres hasta que finalmente
anunciaron su casamiento.
El cura de La Coruña casó a la feliz pareja el 26 de mayo de 1901
ante una parroquia repleta. Nadie sospechó de Elisa, puesto que como
Mario era su primo, el parecido era natural.
Pero con el correr de los días, los vecinos comenzaron a notar que
algo no andaba bien en el nuevo matrimonio. La relación, los modales que
tenían la flamante pareja eran bastante extraños, por lo que el engaño
no tardó en descubrirse.
Un grupo de mujeres católicas dio a conocer la noticia a través de la
prensa y los periodistas de todo el país se hicieron un festín con el
escándalo.
Cuando se enteró el cura que las había casado decidió excomulgarlas y
cuando se enteraron sus patrones fueron despedidas de su trabajo. Y si
faltaba algo, la Policía ordenó su captura.
Elisa y Marcela se habían jurado que nadie ni nada las separaría.
Cuando se enteraron que la detención era inminente armaron un bolso
ligero y se escaparon a Vigo, luego a Oporto y finalmente a la
Argentina.
Los relatos aseguran que la entrada a Buenos Aires no fue fácil para
las dos mujeres amantes. Dicen que una de ellas tuvo que casarse con un
hombre para reclamar el ingreso formal al país de la otra, haciéndose
pasar por su hermana. Pero que el engaño también duró poco.
El marido, ante la negativa de su mujer de consumar el matrimonio,
comenzó a investigar el pasado de su fría y desapasionada esposa hasta
que se enteró de toda la historia en tierras gallegas. Y el escándalo
nuevamente estalló.
Los mismos relatos son confusos entorno al destino que tuvieron Elisa y Marcela.
Hay quienes sostienen que al poco tiempo una de ellas murió. Otros
creen que siguieron escapando y escondiéndose por todo el país.
Sin embargo todos coinciden en que las mujeres se siguieron amando
como el primer día en que se conocieron, sin importarles las burlas ni
los insultos.
Y que lo hicieron con la misma inocencia y audacia de dos personas que se quieren y que están perdidamente enamoradas.
Nota del autor: La presente es la historia real de
la primera pareja gay que se casó en España. Basada en este hechos, el
escritor Narciso de Gabriel escribió la novela “Más allá de los
hombres”.
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