miércoles, 10 de junio de 2015

Un riñón, una amistad profunda

Se conocieron hace 23 años cuando eran muy jóvenes y trabajaban como promotoras en empresas, eventos y espectáculos. Y cuando se vieron firmaron ese acuerdo tácito de amistad que une a dos personas para cuidarse, quererse y contenerse en las buenas y en las malas.
La historia de Erica Flores (45) y Alejandra Álvarez (43) parece el guión de una comedia dramática con final feliz. Es uno de esos cuentos que mezclan lágrimas de tristeza y alegría, contrastes para estrujar el corazón y para alimentar el alma. Por cuestiones de la vida, Erica se fue a vivir a Rosario y Alejandra, a Buenos Aires.
Se extrañaban, pero siempre estaban comunicadas y al tanto de lo que le pasaba  a cada una. Cierto día, Alejandra le dijo que se había enfermado de los riñones y que estaba complicada. Los médicos denominan a esta dolencia como “poliquistosis renal”, que no es otra cosa que la aparición de quistes que terminan destruyendo las funciones que tienen los riñones.
Alejandra hizo tratamientos y hasta logró quedar embarazada, algo difícil por lo avanzada que estaba su enfermedad. Y así siguió hasta que su estado de salud empeoró y tuvo que someterse a diálisis diarias.
Hace tres años, durante las largas charlas telefónicas o las comunicaciones por chat que tenía con Erica, Alejandra le confesó que no podía vivir más de esa manera. El proceso de diálisis era interminable y si no se hacía un trasplante renal su vida sería cada vez más complicada. En rigor, Alejandra ya estaba en la lista de emergencias, pero los donantes no aparecían y si aparecían no eran compatibles.
“Qué necesitás para que yo te done mi riñón?”, le preguntó un día Erica. Alejandra quedó sorprendida. Le explicó que para ser donante tenía que tener el grupo A positivo, como ella. “¡Tenemos el mismo grupo!”, fue la respuesta de la amiga. A partir de ese momento comenzó otra historia.
Para la donación de un riñón, el receptor y el donante deben someterse a complejos estudios de compatibilidad. Erica comenzó con los análisis básicos y el 19 de febrero de 2014 le dieron el resultado más esperado: tenían 100 por ciento de compatibilidad. Cuando Erica se lo comunicó, Alejandra no lo podía creer. Las dos lloraron. Después de completar otros análisis y de tener la autorización judicial, los médicos pusieron fecha para la operación. Como si el destino siguiera jugando sus cartas a favor de esta historia, otro 19 de febrero, pero del año siguiente, se realizó el trasplante.
En quirófanos paralelos se hicieron las intervenciones de manera exitosa. Antes, Erica y Alejandra posaron para la foto, contentas y anticipando el desenlace. Hoy las amigas caminan por la vida compartiendo su increíble experiencia.
Ayer, Erica (que volvió a radicarse en Neuquén) visitó este diario y Alejandra se comunicó por teléfono desde Buenos Aires. Durante media hora hablaron, se rieron, reflejaron su alegría, se mandaron besos y se prometieron un pronto reencuentro. Las dos se mostraron felices como nunca: una porque vuelve a la vida normal, aunque con tres riñones; y la otra, porque le quedó uno solo, pero después de aquella operación siente que tiene el corazón mucho más grande.

Publicado en el diario Lmneuquen

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