“El lunes vamos y ocupamos el
lugar. Que el hospital lo construyan en otro lado”, les dijo a dos de
sus oficiales inmediatos el general Horacio Crespo, flamante comandante
de la Brigada de Infantería de Montaña en Neuquén.
La sexta división del Ejército había sido creada en 1940 para hacer
base en el territorio neuquino y las primeras autoridades ya habían sido
designadas. Crespo tenía la responsabilidad de comandar aquella
guarnición militar que cumpliría un rol estratégico para la soberanía
del país.
El problema era que en la joven ciudad de Neuquén no había edificios ni
infraestructura, y lo que recién se había terminado de construir
-después de casi tres años- era el nuevo hospital de la ciudad, con el
objetivo de que en ese lugar funcionara la Asistencia Pública.
La primera medida que se tomó para dar albergue a los militares fue que
el comando funcionara temporalmente en una parte de la Gobernación -en
ese momento encabezaba el coronel Enrique Pilotto-, pero, según lo que
cuentan testigos de aquella época, la relación entre ambos militares no
era buena. Por este motivo, es que después de un par de meses de
incómoda convivencia, la plana mayor del Ejército fue reubicada en la
parte alta del Cine Teatro Español. También en las inmediaciones se
alquilaron algunas casas para los oficiales hasta que se construyera el
edificio del Comando. ¿Pero cuánto tardaría?
“Seguro que va a demorar años; no podemos esperar tanto teniendo ese
hospital vacío, sin gente ni aparatos”, reflexionó en aquel momento,
enojado, el general.
En efecto, el edificio que se construyó estaba listo, pero el gobierno
nacional no había dispuesto los fondos para comprar todo el equipamiento
necesario. La medida también podría demorarse demasiado aun con las
necesidades de mejorar el servicio de salud.
En 1926, había llegado a la ciudad el doctor Castro Rendón, contratado
por las autoridades nacionales para cubrir una suplencia en la
Asistencia Pública, pero el director que había pedido la licencia nunca
regresó y el joven médico tuvo que hacerse cargo. El propio Castro
Rendón había seguido de cerca el avance de las obras del nuevo hospital y
ya se había enterado, a través de varios rumores, de que los militares
codiciaban aquel nuevo edificio.
En ese entonces, la Asistencia Pública funcionaba en la calle Láinez,
frente a una parte de la colonia ferroviaria (hoy patinódromo del Parque
Central), en una precaria infraestructura que no alcanzaba para nada.
Por ese motivo es que se había solicitado el nuevo hospital. Había
necesidades concretas y urgentes que atender.
El 10 de abril de 1940, los rumores que indicaban que el Ejército
ocuparía las instalaciones del nuevo edificio ya no se ocultaban y todo
el pueblo sabía que la acción se tomaría en cualquier momento
(probablemente el lunes 15), por lo que los responsables de la
Asistencia Pública decidieron intervenir inmediatamente.
Según el testimonio de María Soldano y del enfermero Oscar Arabarco
(recopilados en el libro Cosas de Neuquén, de Víctor Peláez), el
discreto pero intenso operativo se llevó a cabo el domingo 14 de abril
desde horas tempranas. Con la ayuda de los trabajadores ferroviarios, en
la ambulancia Ford A que tenía el servicio de salud en ese entonces,
comenzaron a trasladar primero las camas, los aparatos y los insumos.
Luego, los enfermos que había en ese momento. Para ocupar más espacio en
el nuevo edificio, algunos ferroviarios aceptaron hacerse pasar como
pacientes, como para que el escenario fuera más convincente.
Al día siguiente, el general Crespo y su comitiva llegaron al nuevo
hospital, ubicado en la calle Talero, pero cuando ingresaron se
sorprendieron al ver que en el interior había gente internada, médicos y
enfermeros trabajando normalmente. “Algo” había ocurrido ese fin de
semana y ellos no lo sabían. El general miró a sus colaboradores, pegó
media vuelta y se fue sin decir nada. El intento de ocupación había
fracasado. El primer hospital del territorio neuquino estaba funcionando
con normalidad.
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